31 | 01 | 2011
El próximo 2 de
febrero, celebramos la fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria. Con
esta advocación, Medellín, desde sus orígenes, ha invocado y ha amado a la Santísima Virgen
María. Primero la Ciudad
y luego la Arquidiócesis
se han sentido siempre bajo su protección maternal y han querido recibir de sus
manos la verdadera luz que es Cristo. Tengamos presentes algunos motivos para
honrar con especial devoción a nuestra patrona y madre en este año.
1. Honremos a
María como madre de la Iglesia,
como verdadera madre de nuestra
Arquidiócesis. Desde Pentecostés, la Iglesia y María están unidas. Desde Pentecostés
María está presente en la misión y obra de la Iglesia, que extiende en
el mundo el Reino de Dios. Pentecostés no es sólo un hecho histórico. Es un
misterio permanente en la
Iglesia. También hoy, como aquel día, María está presente. Es
una presencia discreta, eficaz, entrañable, que pone a la Iglesia de hoy en una
maravillosa conexión con la
Iglesia apostólica. Sintamos en este momento de nuestro
camino esa presencia amable de María.
2. Iniciamos en
este día una intensa campaña de oración
por la Misión
Continental, confiando este acontecimiento de gracia y
este gran proyecto de evangelización a la Santísima Virgen.
Queremos, unidos a toda la
Iglesia que peregrina en América Latina, emprender serios
procesos de evangelización para formar discípulos misioneros que transmitan al
mundo la vida que es Cristo. Alcancemos, de nuevo, la gracia de este “renovado
Pentecostés” con la poderosa intercesión de María.
3. Ocurre
también en esta fecha la celebración del
quincuagésimo aniversario de la erección de 29 parroquias de nuestra
Arquidiócesis. Estas comunidades están felices al contemplar, con María, las
maravillas que Dios ha hecho en ellas a lo largo de cinco décadas. El anuncio
de la Palabra,
la celebración de la fe, la experiencia del amor cristiano, el compromiso
apostólico han sido los ejes de la vida de estas parroquias. Las felicitamos
sinceramente y las encomendamos en nuestra oración.
4. Nos alegra
también en este día la celebración de la Jornada de la Vida Consagrada. Una ocasión privilegiada para valorar el don del Espíritu a la Iglesia que son todas las
personas que han sido llamadas a vivir radicalmente el Evangelio y a testimoniarlo
siguiendo a Cristo pobre, casto y obediente. Nuestra Arquidiócesis que ha sido
bendecida con la presencia y el servicio apostólico de tantos religiosos y
religiosas, hoy da gracias y se congratula con los diversos institutos
consagrados que nos enriquecen con sus carismas.