14 | 02 | 2011
El 11 de noviembre de
2010, Su Santidad Benedicto XVI hizo pública la Exhortación Apostólica
Postsinodal “Verbum Domini”, “La
Palabra del Señor”, que recoge las reflexiones y propuestas
surgidas en el Sínodo de los obispos que tuvo lugar en el Vaticano, un año
antes, sobre el tema “La
Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”. Las actividades
de final de año y otros sucesos de Iglesia no dieron oportunidad para hacer
muchos comentarios sobre este texto; pero es preciso saber que es el documento
sobre la Biblia
más importante desde el Concilio Vaticano II y que tal vez será uno de los más
significativos del actual pontificado.
La Exhortación hace un apasionado
llamamiento a acercarse a las sagradas Escrituras, no olvidando nunca “que en
el fundamento de toda auténtica y viva espiritualidad cristiana está la Palabra de Dios anunciada,
acogida, celebrada y meditada en la
Iglesia”. El gran mensaje es que debemos redescubrir la
centralidad de la Palabra
de Dios en la vida personal y en la vida de la Iglesia y que debemos
sentir la urgencia de anunciarla, como “testigos convencidos y creíbles del
Resucitado”, para la salvación de la humanidad.
Este breve artículo
no me permite hacer un amplio comentario del documento, que se refiere a muy
diversos e interesantes temas. Recomiendo vivamente a todos el estudio de esta
Exhortación Apostólica, tanto a nivel personal como comunitario; ruego que se
dé a conocer a través de los medios de comunicación; invito, sobre todo, a que
procuremos alcanzar los objetivos que el Papa propone y que resultan de vital
importancia para nosotros. Señalo algunos de ellos:
1.
Cuidar
una interpretación integral de la Sagrada Escritura, que no se limite a los
aspectos histórico-críticos ni a los aspectos meramente espirituales.
2.
Tener
presente que la
Sagrada Escritura es un “libro”, -mejor, un conjunto de
libros-, para ser leído dentro de la
Iglesia, es decir, dentro de una comunidad creyente; de lo
contrario puede suceder que no se entienda nada.
3.
Realizar
una pastoral bíblica y una mejor formación bíblica de los agentes de pastoral y
de todos los cristianos en general, dentro de los propósitos de la nueva evangelización.
4.
Practicar
frecuentemente la Lectio
Divina, pues orar con la Palabra es el primer medio para que Dios cambie
nuestra vida.
5.
Tener
la liturgia como el lugar “propio” de la proclamación bíblica. En efecto, es
ahí donde se manifiesta más plenamente como letra viva y presente, no como
texto erudito, o del pasado, ni como mero refugio intimista.
+ Ricardo Tobón Restrepo
Arzobispo de Medellín