PIDAMOS EL BUEN TIEMPO
09 | 05 | 2011
Estamos viviendo una intensa temporada de lluvias, al parecer, con muy
escasos precedentes en la historia del país. Los perjuicios son incalculables.
Hasta el momento se habla de más de 3.500.000 de personas afectadas, de unos
500 muertos, de 650 heridos, de cerca de 800.000 familias damnificadas, de
20.000.000 de hectáreas inundadas. Lo más preocupante es el anuncio de que esta
ola invernal se prolongará hasta finales de junio.
Ante esta realidad, todos debemos sentirnos responsables. Por tanto, hay
actitudes y respuestas que es preciso asumir con prontitud. En primer lugar,
apoyar todos los movimientos e iniciativas de solidaridad para ayudar a los que
están pasando por grandes necesidades; luego, proponernos en serio cuidar el
medio ambiente; igualmente, apoyar un nuevo plan de ordenamiento territorial
con base en el régimen de lluvias, para no edificar en zonas anegables o de
fácil erosión.
Pero los cristianos podemos hacer más. Todos conocemos el poder de la
oración. Lo conocemos por la palabra de Jesús, quien nos ha asegurado: “Pidan y se les dará, busquen y hallarán,
llamen y se les abrirá” (Lc 11,9); “Todo
cuanto pidan en la oración, crean que ya lo han recibido” (Mc.11,24); “Todo lo que pidan al Padre en mi nombre, se
los concederá” (Jn 15,16; cf. Jn 14,13). Lo conocemos también por la
experiencia de la paternidad providente de Dios, que siempre nos escucha (cf Jn
11,42) y nos cuida en todo momento con su bondad y misericordia (cf. Mt 6,26).
De otra parte, la Palabra de Dios nos recomienda orar constantemente (1 Tes
5,17; Ef 6,18). Nos invita, igualmente, a pedir todo género de gracias en favor
de los demás, unidos a Cristo el único intercesor (cf. Rm 8,34; Heb 7,25). Las
primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de oración
(cf. He12,5; 20,36; 21,5; 2 Co 9,14). Aprovechemos, pues, el poder de la fe y
de la oración (cf Mt 18,19) para vivir la solidaridad con tantas personas y
comunidades damnificadas por las inundaciones, el crecimiento de los ríos, el
deslizamiento de las tierras, la destrucción de viviendas y de vías, la pérdida
de las cosechas e incluso la muerte de parientes y vecinos.
Por tanto, pido encarecidamente que en todas nuestras comunidades
imploremos unidos y con mucha fe la ayuda y protección de Dios. La Iglesia
siempre nos ha recomendado y enseñado a orar en estos momentos. Muchos
recordarán cómo eran eficaces las Rogativas que se hacían. Ahora, el Misal
Romano contiene una serie de formularios para celebrar la Eucaristía en
distintas circunstancias y, concretamente, cuando hay especiales necesidades
públicas. Se nos invita a orar, por ejemplo, en tiempo de siembra, cuando llega
el hambre, para alejar las tempestades, para pedir las lluvias y también para
pedir el buen tiempo.
Dispongo, entonces, que utilizando el esquema para “Pedir el buen tiempo”
(Nº 36, p.956), nos unamos todos el próximo jueves 12 de mayo y celebremos, en
todas los templos parroquiales y en todas las capillas de la Arquidiócesis, la
Eucaristía, pidiendo la ayuda de Dios en esta necesidad. Del mismo modo, les
ruego que en las súplicas de la Oración de los Files de la Misa del próximo
domingo 15 de mayo, se incluya esta intención. Podemos estar seguros que el
Señor nos escuchará (cf Jn 11,42).