LA ANIMACIÓN BÍBLICA DE LA PASTORAL
12 | 09 | 2011
Durante el mes de septiembre, la Iglesia celebra el
mes de la Biblia. Más que un tiempo para realizar algunas “actividades
bíblicas”, es un espacio privilegiado para aprender a vivir bendiciendo y dando
gracias a Dios que se ha querido revelar especialmente en su Hijo Jesucristo y
que ha derramado sobre nosotros su Santo Espíritu para que comprendamos y
vivamos cada día mejor su proyecto de salvación. En este contexto, tratamos de
valorar, conocer y alimentarnos más de la Palabra de Dios, que ha sido consignada
en la Biblia. Así aprendemos, en comunidad, a crecer en la fe y a ponernos en
sintonía con la voluntad de Dios.
Por eso, la Iglesia nos está invitando, a ir más
allá de la pastoral bíblica, como un área autónoma y aislada, a la animación
bíblica de la vida y de la pastoral. La Conferencia de Aparecida señala “la
importancia de una pastoral bíblica, entendida como animación bíblica de la
pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de
comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o
de proclamación de la Palabra” (DA 248). Se busca, entonces, que todas las
vertientes de la pastoral se fundamenten en la Palabra de Dios. Como podemos
ver, también en esto hay un amplio espacio para la conversión pastoral.
Igualmente, la Exhortación Apostólica Verbum Domini
recomienda que la pastoral bíblica no se dé en una yuxtaposición con otras
formas de pastoral, sino que sea una animación bíblica de la pastoral. Y
afirma: “No se trata, pues, de añadir algún encuentro en la parroquia o la
diócesis, sino de lograr que las actividades habituales de las comunidades
cristianas, las parroquias, las asociaciones y los movimientos, se interesen
realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra”
(DV 73). El propósito fundamental es que la Palabra de Dios esté en los
cimientos mismos de la Iglesia y de la vida de todos los discípulos misioneros.
Para lograr este objetivo nos podemos valer de
muchas iniciativas. Propongo algunas, que el entusiasmo apostólico y la
creatividad de todos realizarán y aplicarán del mejor modo: Dedicar en cada parroquia o comunidad un
sitio especial a la Biblia, haciéndola presente y destacando su puesto central
en nuestra vida; realizar talleres de iniciación bíblica o encuentros de
oración bíblica que eduquen para una escucha permanente de la Palabra; enseñar
y promover la práctica de la lectura orante de la Palabra de Dios,
especialmente con los textos bíblicos de la liturgia de cada día; hacer
campañas de difusión de la Biblia, a fin de que a ninguna persona le falte el
texto de la Sagrada Escritura.
Del mismo modo, es muy importante motivar a la
comunidad para que esté atenta y disponible a la Palabra, puede ser mediante la
lectura pública y continuada de uno de los Evangelios, el 30 de septiembre,
festividad de San Jerónimo; proponer en grupos el estudio de la Verbum Domini,
una documento eclesial que no hemos aprovechado todavía suficientemente; y la
mejor iniciativa puede ser la que nos da la misma Verbum Domini cuando invita a
crear pequeñas comunidades, en las cuales se promueva la formación, la oración
y el conocimiento de la Biblia, según la fe de la Iglesia (DV 73). En último
término, hay que apuntar a un encuentro con Cristo que, como dice Aparecida, se
tiene en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia (cf DA 247).