ORGANIZACIÓN PASTORAL DE LAS PARROQUIAS
21 | 07 | 2015
Necesidad de una organización
pastoral
- La naturaleza y misión de la
Iglesia se realizan en la Iglesia diocesana, en comunión con la Iglesia
universal. A su vez, la Iglesia particular se encarna y articula en las
parroquias. En ellas, comunidades de fe, de oración, de amor y de misión, se plasma
la vida eclesial de la diócesis; se integran las vocaciones y servicios; se
vive toda la realidad cotidiana. Hoy, más que nunca, las parroquias son
indispensables para lograr una verdadera y nueva evangelización, para construir
comunión y para dar respuestas pastorales a la actual situación social y
cultural.
- Se requiere una organización
pastoral de las parroquias, que mantenga el espíritu, que dé estructura a los
servicios e iniciativas, que garantice una coordinación a nivel particular y
general, que permita permanencia en el tiempo del trabajo realizado, que
ofrezca a los agentes esquemas, itinerarios y apoyos para su labor, que
facilite una provechosa integración de fuerzas, recursos y experiencias en los
arciprestazgos, en las vicarías y en toda la arquidiócesis.
- En todas las parroquias hay
esfuerzos y logros significativos en el campo pastoral. Esto es obra de Dios
que guía a su pueblo y de sacerdotes, religiosas y laicos que han trabajado
generosamente. Por consiguiente, la organización que se propone no es un
comienzo absoluto, sino una estructuración y perfeccionamiento de cuanto hasta
ahora se ha venido realizando. El propósito es invitar a una visión eclesial
común, consolidar experiencias válidas, integrar lo que vivimos y hacemos a
nivel diocesano, enriquecer cada parroquia con logros que son posibles y
exitosos en otras parroquias.
- Esta organización no se puede
hacer a la fuerza; las cosas no funcionan por imponer una rígida estructura.
Cada parroquia, con sus características propias y sus posibilidades diversas,
se debe ir integrando armoniosa y creativamente a la organización diocesana
para recibir los beneficios que esto trae y para aportar sus propios logros. No
siempre se podrá asumir la organización en su totalidad o al ritmo que se quisiera,
pero sí es indispensable que los pocos o muchos pasos que se den estén dentro
de una misma propuesta diocesana.
- Ninguno es dueño absoluto de la
vida eclesial. Todos somos corresponsables. Cuanto hacemos debe estar dentro de
una misma espiritualidad de comunión y dentro de una adecuada organización que
garantice eficacia apostólica, participación de todos, estabilidad y
perdurabilidad en el tiempo. Así nos libramos de la tentación del estancamiento
cómodo, del aislamiento en la propia suficiencia y de la incomunicación frente
a la acción del Espíritu de Dios en la Iglesia y en el mundo.
Las Pequeñas Comunidades
Eclesiales
- La Iglesia, a lo largo de la
historia, para reencontrarse con su identidad y su misión, busca confrontarse
con las comunidades cristianas que aparecen en los escritos del Nuevo
Testamento. Se trata de llegar, como decía San Juan XXIII, con un estudio
afectuoso a “los trazos de su juventud más ardiente” y desde allí recomenzar
permanentemente su renovación. Es así, a partir de la experiencia comunitaria
de los orígenes (He 2,42-47), como se ha abierto actualmente el horizonte a las
pequeñas Comunidades Eclesiales.
- Las Conferencias Generales del Episcopado
Latinoamericano han visto en la pequeña comunidad eclesial de base la concreción
de la eclesiología de comunión pedida por el Concilio y como un núcleo de
expansión de la fe. La II Conferencia, en Medellín, la describía como “la
célula inicial de estructuración eclesial y foco de evangelización y
actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo” (PC,10). Las
restantes Conferencias han subrayado la urgencia de crearlas y la importancia
que tendrán en el futuro (cf DP,155,617,641,643; SD,58; DA, 178-180; 307-310).
- Las Comunidades Eclesiales no
son un movimiento apostólico o pastoral, ni una cofradía o asociación, ni
grupos de reflexión y de trabajo, sino la Iglesia del Señor que aflora en
núcleos, en células, en pequeñas familias de vida cristiana. Por eso, las
pequeñas Comunidades Eclesiales son la experiencia fundamental de la parroquia
como espacios de vida según el Evangelio, de formación permanente y de
compromiso apostólico. Esto, precisamente, condujo a la definición de parroquia
como “comunidad de comunidades”.
- El ambiente sociocultural en
que nos movemos, por sí mismo, ya no transmite la fe cristiana. El “catolicismo
sociológico” va quedando sin apoyo en las nuevas propuestas y en el estilo de
vida de la sociedad actual. Si queremos evangelizar a fondo y transmitir en
serio la vida nueva que Cristo nos trajo, tenemos en las pequeñas Comunidades
Eclesiales un medio concreto, posible y efectivo. Al optar por este proyecto es
preciso empeñarnos en darle a cada pequeña comunidad una formación sólida,
llevarla a una auténtica vida espiritual y dotarla de una debida organización
para que pueda producir frutos y mantenerse en el tiempo.
- Las pequeñas Comunidades
Eclesiales deben estar profundamente vinculadas a las parroquias. De ahí la
importancia de seguir las metodologías que permiten un acompañamiento a nivel
arquidiocesano, para preservarlas de la inestabilidad, el aislamiento o el
aniquilamiento con que diversas circunstancias las pueden amenazar. Las
pequeñas comunidades no son la única tarea de una parroquia, pero sí son un
campo privilegiado para la evangelización, la comunión y participación de los
laicos, la acogida de las nuevas generaciones y de los alejados y el testimonio
creíble que debe dar la Iglesia en el mundo de hoy.
- Las Comunidades Eclesiales se
distinguen, como se ha dicho, de los Grupos Apostólicos, asociaciones y
movimientos. Por tanto, debe evitarse la ambigüedad de llamar comunidad a
cualquier agrupación de personas, aunque en todo se pueda imprimir un carácter
y dinamismo comunitarios. Una verdadera comunidad es un espacio natural donde,
en el mismo estilo de vida de Jesús con sus apóstoles, se descubre y
experimenta cada día, por una acción inefable del Espíritu Santo, la paternidad
y la voluntad de Dios, que llevan necesariamente a la fraternidad y a un
compromiso concreto de amor y de solidaridad con los demás, comenzando por los
más necesitados.
Los Grupos Apostólicos
- Las pequeñas comunidades son
una fuente de auténticos discípulos de Cristo, de catequistas, de animadores de
la liturgia, de servidores de los pobres, de laicos comprometidos con la vida y
misión de la Iglesia. Con estas personas y otras que surjan de las asociaciones
y de los movimientos, se van formando los grupos apostólicos para realizar los
diversos servicios pastorales y poner en marcha toda la vida parroquial.
- Los Grupos Apostólicos
parroquiales, al facilitar la vinculación y compromiso de los laicos, permiten
la realización de la identidad y la misión de la parroquia. Son fruto de los
carismas que el Espíritu de Dios le da a la comunidad para responder a sus
distintas necesidades. Deben vivir y trabajar en profunda unidad, en medio de
la diversidad de servicios, como miembros que son del Cuerpo de Cristo. Una
parroquia manifiesta su vitalidad y su madurez en la calidad y cantidad de
Grupos Apostólicos con los que cuenta y en la dinámica con que aprovecha los
carismas de los laicos.
- Los Grupos Apostólicos deben
recibir una adecuada formación. El ideal sería que todos sus miembros hicieran
parte de pequeñas comunidades donde pudieran crecer en la vida cristiana y
recibir un estímulo permanente para su compromiso apostólico. Pero, además, el
mismo grupo debe tener medios para fomentar la vida nueva en Cristo de los
bautizados y el fervor misionero que nos hace testigos permanentes del
Evangelio. De otra parte, se debe procurar la formación específica según los
distintos servicios que se prestan a la comunidad.
- Los Grupos Apostólicos deben
estar bien definidos en su identidad y deben tener bien establecidos sus campos
y tareas. Van surgiendo y se van consolidando según las necesidades y
posibilidades de las parroquias. Una vez que nazcan es preciso cuidarlos y
renovarlos permanentemente para que no dependan de circunstancias o personas y
la parroquia cuente siempre con sus servicios. Pueden presentar alguna diversidad
según las parroquias, pero urge crecer en un propósito de unidad e integración
general a fin de facilitar la animación y coordinación de conjunto en la
Arquidiócesis.
- Aunque se pueden vincular a la
parroquia, por diversos motivos, distintos grupos y con ellos emprender
diversas actividades para la evangelización o el bien común, sólo se denominan
Grupos Apostólicos parroquiales aquellos que se dedican directamente a la
acción pastoral de la Iglesia. De ahí que, en sentido estricto, la Acción Comunal,
el Club de la Tercera Edad, la Banda Marcial, los Alcohólicos Anónimos, el
Centro de Recreación y Deporte, etc., no son propiamente Grupos Apostólicos,
aunque, como es conveniente, la parroquia los acoja y acompañe.
Los Equipos Parroquiales de Pastoral
- En cada Parroquia se
constituyen los Equipos Parroquiales de Pastoral que, en general, tienen como
objetivo ayudar a animar la vida pastoral, lograr la estabilidad y buena marcha
de los Grupos Apostólicos, trabajar por la unidad parroquial, promover la
espiritualidad y la misión de los laicos y favorecer la mejor conexión con el
Consejo Pastoral Parroquial y con los Comités Arciprestales de Pastoral.
- Los Equipos Parroquiales de
Pastoral están conformados por personas líderes de los distintos Grupos Apostólicos.
Replican, a nivel parroquial, la organización pastoral arquidiocesana y por eso
corresponden a las Áreas pastorales de la Curia y a los Comités pastorales de
los Arciprestazgos y de las Vicarías Episcopales de Zona. Estos Equipos son: 1)
Equipo de Comunión Eclesial; 2) Equipo de Evangelización; 3) Equipo de
Liturgia; 4) Equipo de Acción Caritativa.
- Cada Equipo, según su campo
específico, de acuerdo con las orientaciones de la correspondiente Área
Pastoral de la Curia Arquidiocesana y del correspondiente Comité Arciprestal,
conoce y analiza la realidad de los grupos que le corresponden, en comunicación
con los responsables transmite las instrucciones que son necesarias, promueve
su organización e incrementa nuevos grupos si es necesario, procura los grupos
se mantengan sólidos y profundamente vinculados con el Párroco.
- El Equipo Parroquial de
Comunión Eclesial, de acuerdo con los programas e iniciativas del Área de
Comunión Eclesial de la Curia Arquidiocesana, a través del Comité Arciprestal de
Comunión Eclesial, ayuda a animar, consolidar e integrar a la vida diocesana a
las pequeñas Comunidades Eclesiales, los grupos vocacionales, los grupos de
oración, los movimientos apostólicos, las asociaciones de fieles.
- El Equipo Parroquial de Evangelización,
de acuerdo con los programas e iniciativas del Área de Evangelización de la
Curia Arquidiocesana, a través del Comité Arciprestal de Evangelización, ayuda
a animar, consolidar e integrar a la vida diocesana a los grupos de
catequistas, los grupos infantiles, pre-juveniles, juveniles, universitarios y
profesionales, los grupos bíblicos, los grupos de pastoral familiar.
- El Equipo Parroquial de
Liturgia, de acuerdo con los programas e iniciativas del Área de Liturgia de la
Curia Arquidiocesana, a través del Comité Arciprestal de Liturgia, ayuda a
animar, consolidar e integrar a la vida diocesana a los grupos de acólitos,
lectores, ministros extraordinarios de la comunión, servidores del canto
litúrgico, recolectores de la ofrenda, encargados de la organización de eventos
religiosos y de la decoración del templo.
- El Equipo Parroquial de Acción
Caritativa, de acuerdo con los programas e iniciativas del Área de Acción
Caritativa de la Curia Arquidiocesana, a través del Comité Arciprestal de
Acción Caritativa, ayuda a animar, consolidar e integrar a la vida diocesana a
los grupos de servidores de los pobres, pastoral de los enfermos, promotores
del desarrollo y de la paz, servidores de la comunidad (ventas, aseo, logística
y apoyo de actividades).
- Los Equipos los conforma el
Párroco con la ayuda del Consejo Pastoral Parroquial. Se van creando en cada
parroquia los Equipos que sean necesarios y en la medida en que se necesiten,
de acuerdo con los Grupos Apostólicos que existan. La organización irá creciendo,
como de un modo natural, a medida que se desarrolla y se consolida la vida
pastoral de la parroquia.
- Para formar cada Equipo se
nombran, por tres años, de siete a nueve laicos, buscando que queden
representados los distintos Grupos Apostólicos que le corresponden a ese Equipo
y cuidando que no sean miembros del Consejo Pastoral Parroquial o de los
Comités Arciprestales de Pastoral. Se busca que sean personas que se
caractericen por su vida cristiana, por su liderazgo, por su celo apostólico y
que tengan la disponibilidad para prestar este servicio.
- Cada uno de los miembros de los
Equipos debe empeñarse en promover la unidad eclesial, la reflexión pastoral y
las mejores iniciativas que tienen que ver con su propia área pastoral; debe
responder por los encargos que reciba de los Delegados Episcopales de Pastoral
o de los Comités Arciprestales de Pastoral; debe procurar el buen desarrollo de
los programas pastorales de la Parroquia según el campo que le concierne.
- Los Equipos se reúnen cada dos
meses, o cuando sea necesario. De entre sus miembros nombran, al inicio de cada
año, un Coordinador, que puede ser reelegido hasta por dos períodos
consecutivos. Al Coordinador le corresponde convocar y dirigir las reuniones y
ser el vínculo con el Párroco, el Consejo Parroquial de Pastoral y el
respectivo Comité Arciprestal de Pastoral.
- El Párroco y el Consejo
Pastoral Parroquial procurarán acompañar los Equipos con la frecuencia y los
medios que les sean posibles, trabajando seriamente por su vida espiritual y su
formación. De otra parte, pueden decidir la sustitución de los miembros de los
Equipos por renuncia, ausencias reiteradas no justificadas, por mal
comportamiento o por incumplimiento de sus obligaciones.
+ Ricardo Tobón Restrepo
Arzobispo de Medellín