YA PASARON LAS ELECCIONES
14 | 11 | 2011
Ha concluido una nueva jornada electoral en Colombia
para nombrar los gobernantes locales. Sin que todo haya sido perfecto, puede
decirse que, con sus limitaciones, se mantiene la democracia en el país y que
el proceso histórico de Colombia, entre vacilaciones y esperanzas, continúa su
curso. Sería largo el análisis completo, pues tendríamos que examinar, por
ejemplo, la presencia y evolución de la violencia en estos comicios, el sistema
de avales políticos, la financiación de las campañas y la procedencia de sus
fondos, las alianzas y compromisos que determinarán decisiones de los futuros
gobernantes, la concentración de las fuerzas en el nombramiento de gobernadores
y alcaldes mientras se dejó en un segundo plano la selección de diputados y
concejales.
Despierta cierta preocupación la evolución de los
partidos políticos en Colombia, que en los últimos años ha sido errática. Ya no
son los partidos los que escogen los candidatos, sino éstos a los primeros.
Aparecen figuras que logran capitalizar, en un determinado momento, las
ilusiones casi siempre defraudadas de la gente o que valiéndose del recurso de
firmas se saltan los partidos para apelar directamente al apoyo popular. Surge
así una especie de caudillos, por lo general, sin un programa orgánico y sin equipos
preparados para afrontar la conducción del pueblo. En parte, es el castigo a
los vicios de la politiquería y el clientelismo que durante años hemos
padecido.
Igualmente, preocupa que la no siempre correcta y
positiva intervención de empresarios, contratistas, organizaciones
ideologizadas, medios de comunicación, encuestas amañadas y grupos armados
quiten la posibilidad de una presentación objetiva de personas y propuestas, un
debate profundo, una opción consciente y libre, una actitud de credibilidad en
el pueblo y una adecuada preparación de la ciudadanía y especialmente de los
equipos pertinentes para iniciar un nuevo gobierno. En este conjunto, sobresale
por su perversidad la llamada “guerra sucia”, que busca la victoria destruyendo
a los contendores y, finalmente, destruye a toda la sociedad.
Ahora es importante acoger a los nuevos gobernantes;
ellos y todos los ciudadanos debemos saber que no son de los que los eligieron
sino del pueblo. Los desafíos para los nuevos gobernantes no son fáciles. Tienen
que seguir mejorando la calidad de vida de los ciudadanos, interesarse
seriamente en la educación, garantizar el buen manejo de los recursos públicos,
frenar la espiral de violencia, pobreza y desempleo que nos flagela. Medellín,
por ejemplo, es hoy una ciudad con índices de pobreza cercanos al 40 por
ciento, un desempleo que supera el 12 por ciento y 250 bandas criminales que,
sólo en el primer semestre del año, participaron en buena parte de los 942
homicidios reportados en la ciudad.
Debe venir un tiempo de estudio serio de los equipos
de gobierno para definir la gestión de las ciudades y de los departamentos. Se
debe crear una escuela de gobierno, que con humildad corrija los errores del
pasado e impulse el futuro sobre bases sólidas. En lugar de soluciones
parciales y simplistas desde perspectivas limitadas, de obras aisladas de
acuerdo con intereses o posibilidades ocasionales, se debe implementar un
proyecto de gobierno de largo aliento, iluminado por la academia, pero nacido
desde la práctica, con una visión de conjunto de la realidad y con respuestas
integrales e integradoras, capaz de atender las múltiples dimensiones de la
complejidad de la persona y de la sociedad de hoy.
Esto podría inspirar a todas las instituciones una
dinámica de entusiasmo, un compromiso de cooperación y una corriente de
creatividad y esperanza para llegar colectivamente a soluciones de fondo. La
salida a los graves problemas que tenemos o lleva la firma de todos o no será
posible. La situación compleja que vivimos no admite egoísmos, divisiones y
aislamientos. En realidad, las elecciones no han pasado todavía. Tenemos que
seguir eligiendo la verdad, la honestidad, la libertad, la justicia, la
equidad, la solidaridad, la vida, la paz. Y en estas elecciones no puede haber
ni abstenciones ni votos en blanco.