LA ÚLTIMA REBELIÓN
14 | 12 | 2015
La ideología de género
Vemos con gran preocupación que
se van aprobando leyes y se van imponiendo ciertas costumbres en contra de la
visión natural y común de la persona, de la familia y de la sociedad. Detrás de
la legitimación del matrimonio para personas del mismo sexo y de la aprobación
de la adopción por parte de parejas homosexuales está lo que hoy se viene
llamando la “ideología de género”. Este tema, aunque muchos no lo conocen,
constituye uno de los más grandes desafíos para la sociedad actual. En efecto,
ataca de modo directo los fundamentos de la antropología, poniendo en discusión
la existencia misma de la naturaleza humana de la cual surgen los principios y
los valores con los cuales se ha entendido la persona y se ha establecido su
comportamiento.
La “ideología de género”, al
afirmar que la identidad sexual de una persona es algo accesorio y marginal y
no una dimensión determinante de la personalidad, hace que el ser masculino o
femenino dependa de una opción personal condicionada por la cultura en que se
vive y no del sexo con el que se nace. Los jóvenes de hoy empiezan a
encontrarse en un contexto que pone en discusión algo esencial, que define la
propia identidad, como es la diferencia sexual entre hombre y mujer. En su
libro “La sal de la tierra”, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger se refería a
esta ideología como la “última rebelión” de la creatura. La primera fue el
ateísmo que negó a Dios, la segunda fue el materialismo que desconoció la
dimensión espiritual; con ésta, el hombre pretende liberarse de las exigencias
de su cuerpo y ser pura voluntad que se autocrea, convirtiéndose en un dios
para sí mismo.
La ideología de género, en su
forma más radical, llega a considerar el sexo biológico como una especie de
violencia contra la naturaleza humana. El ser humano es prisionero del sexo y
debería liberarse de él. Negando el sexo biológico la persona llega a la
verdadera libertad que no admite restricciones y que le permite escoger entre
los cinco sexos que se piensa son posibles: homosexual, lésbico, bisexual, transexual
y heterosexual. Los riesgos de esta ideología son muy grandes, pues la persona
entra en una ambigüedad frente a su identidad, puede perder el sentido de la
vida, no sabe conducir su propio desarrollo humano, no logra realizar
adecuadamente sus relaciones interpersonales y familiares, y pone en grave
peligro toda la vida social.
Esta ideología se ha venido
configurando a lo largo de las últimas décadas a partir de la visión
materialista de la vida, del movimiento feminista radical y de la revolución
sexual que comenzó en 1968. Cada vez, va sacando nuevas conclusiones; algunas
de ellas son las siguientes: el sexo es una cuestión puramente cultural que
cada uno elige; la familia es una carga social obsoleta; la homosexualidad es
innata y por tanto a quienes tienen esta orientación les asiste el derecho a
unirse en un nuevo tipo de familia; las parejas del mismo sexo tienen
igualmente el derecho a tener hijos mediante la adopción, la fecundación
heteróloga o la maternidad por vientres sustitutos; toda persona es autónoma
para manejar sus derechos reproductivos incluido el derecho a modificar el sexo
y a abortar. Así mismo, se justifica la eutanasia y la eugenesia que permitan
eliminar a los enfermos, a los que tengan deficiencias o, simplemente, a los que
estén cansados con la vida.
Difusión de la ideología de género
Esta ideología se ha difundido e
impuesto en diversos países porque desde diversos ámbitos de poder y desde
muchas universidades se ha intentado dar, desde los años 60, un rango científico
a los estudios de género. De otra parte, ha tenido como plataforma de
lanzamiento la ONU, que ha creado una Agencia de Género que trabaja desde 1990
para que las Conferencias Mundiales y los programas de Naciones Unidas incluyan
los objetivos de género. En concreto, en el Fondo para la Población, UNICEF,
UNESCO y OMS se han elaborado muchos documentos y propuestas con categorías
propias de esta ideología. Desde las Naciones Unidas va pasando a todos los
países, donde se difunde por los medios de comunicación y a través de diversas
actividades en los centros educativos. El Banco Mundial ha llegado a
condicionar los préstamos para el desarrollo de los países pobres, a cláusulas
de difusión del género. No es difícil ver que detrás de esta propuesta ideológica
están ganancias económicas y también intereses políticos.
La implementación de la ideología
de género se hace a través de las propuestas de ley, que se van aprobando en
los parlamentos y en las cortes de varios países con el argumento de prevenir
las discriminaciones por identidad y orientación sexual. Igualmente,
sosteniendo que se defiende la causa de los derechos humanos, se promueve una
estrategia formativa en las escuelas y centros educativos mostrando todos los
comportamientos sexuales como algo normal
y natural. Más aún, se va creando una especie de cultura, utilizando todos los
recursos actuales de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías,
para cambiar la percepción social sobre la ideología de género.
Detrás de este planteamiento antidiscriminatorio
se esconden peligrosamente opciones jurídicas y sociales a favor del
“matrimonio” para las parejas homosexuales y su “derecho” de adoptar hijos. Las
cortes van decretando la igualdad de condiciones para la familia y para la
unión de personas del mismo sexo. En síntesis, un verdadero ataque a la familia
y a su tarea de engendrar y de formar los hijos. Todo en nombre de la victoria
de la libertad y la igualdad, considerando como realidades iguales lo que no
es. De esto se sigue el condicionamiento de la libertad de expresión; la
deslegitimación de quien no esté de acuerdo, llamándolo homofóbico: y la
descalificación a la posibilidad de reflexionar sobre la sociedad del futuro.
Es un verdadero desmantelamiento de la institución familiar.
En abril de 2013 se publicaron
las normas de la Organización Mundial para la Salud (OMS) en materia de
educación sexual. En él se incluye abundante material didáctico para que los
docentes de las escuelas afronten el tema de la orientación sexual y de la ideología
de género. Se promueve una campaña formativa para los niños desde la primera
infancia y en edad escolar para descubrir el placer que viene de tocar el
propio cuerpo o el cuerpo de los compañeros. Se busca como objetivo, dando
indicaciones precisas y progresivas, la erotización de los niños y los
adolescentes. Igualmente, se indica cómo enseñar las consecuencias de las
experiencias sexuales no protegidas, iniciar en planificación familiar, evitar
la influencia de la religión en decisiones que se refieren a la sexualidad.
Esta intromisión en las escuelas
ha sido posible porque la mayoría de los padres de familia y de los educadores
no han tenido suficiente información sobre los propósitos y actividades de los
grupos de género. Frecuentemente, la estrategia era presentar estas acciones
como denuncia del matoneo y la homofobia, mientras todo iba contra la
diferencia sexual, el matrimonio y la familia. De esta manera, no se respetan
los derechos constitucionalmente reconocidos de los padres de familia de educar
a sus hijos de acuerdo con las propias convicciones y valores, ni se respetan
los derechos que tienen los niños y los adolescentes de tener una educación
integral en su casa y en la escuela sin manipulaciones y distorsiones
antropológicas.
Los fundamentos antropológicos y éticos irrenunciables
En su último discurso a la curia romana,
refiriéndose a este tema, el Papa Benedicto XVI decía que el hombre “niega la
propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido,
sino que es él mismo quien se la debe crear. Según el relato bíblico de la
creación, el haber sido creada por Dios como varón y mujer pertenece a la
esencia de la criatura humana. Esta dualidad es esencial para el ser humano,
tal como Dios la ha dado”. Sólo esta visión del hombre y de la mujer,
continuaba el Papa, nos permite seguir hablando de familia; de lo contrario,
desaparece el lugar pensado por Dios para la acogida y el crecimiento de los
hijos. Y concluía: “si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la
creación, entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por
la creación. Pero, en este caso, también la prole ha perdido el puesto que
hasta ahora le correspondía y la particular dignidad que le es propia”.
Por su parte, el Papa Francisco,
en su Catequesis del pasado 15 de abril, ha dicho que la diferencia sexual está
presente en muchas formas de vida, “pero sólo en el hombre y en la mujer esa
diferencia lleva en sí la imagen y la semejanza de Dios; el texto bíblico lo
repite tres veces en dos versículos: hombre y mujer son imagen y semejanza de
Dios. Esto nos dice que no sólo el hombre en su individualidad es imagen de
Dios, no sólo la mujer en su individualidad es imagen de Dios, sino también el
hombre y la mujer, como pareja, son imagen de Dios. La diferencia entre hombre
y mujer no es para la contraposición, o subordinación, sino para la comunión y
la generación, siempre a imagen y semejanza de Dios. La experiencia nos lo
enseña: para conocerse bien y crecer armónicamente el ser humano necesita de la
reciprocidad entre hombre y mujer”.
A continuación dijo: “La cultura
moderna y contemporánea ha abierto nuevos espacios, nuevas libertades y nuevas
profundidades para el enriquecimiento de la comprensión de esta diferencia.
Pero ha introducido también muchas dudas y mucho escepticismo. Por ejemplo, yo
me pregunto si la así llamada teoría del gender no sea también expresión de una
frustración y de una resignación, orientada a cancelar la diferencia sexual
porque ya no sabe confrontarse con la misma. Sí, corremos el riesgo de dar un
paso hacia atrás. La remoción de la diferencia, en efecto, es el problema, no
la solución. Para resolver sus problemas de relación, el hombre y la mujer
deben en cambio hablar más entre ellos, escucharse más, conocerse más, quererse
más”.
Hay entonces unos principios a
los que la Iglesia no puede renunciar y que debe proponer positivamente a
través de la evangelización. Conviene tener presentes particularmente los que
se refieren a los siguientes temas:
La identidad del yo. No se trata
de una concepción abstracta del hombre, en el sentido de separada de la vida
real y por lo mismo sin influencia. Se trata, en cambio, de algo que determina
en modo decisivo la vida del individuo y de la sociedad. El ser humano no es un
producto de procesos biológicos; el hombre no se hace por sí mismo.
La diferencia hombre-mujer. Es
radical e innata; está inscrita en la profundidad de la conciencia y compromete
todos los comportamientos humanos. Hombre y mujer son complementarios en su
cuerpo y en su sicología. La unidad dual de hombre-mujer es originaria y, por
lo mismo, necesaria para el autoconocimiento del individuo. Es, según el decir
de Juan Pablo II, una “uni-dualidad relacional” que permite a cada uno sentir
la relación interpersonal y recíproca como un don que enriquece y compromete.
La familia. La familia fundada
sobre la unión del hombre y la mujer, no obstante el anuncio de que
desaparecerá por la evolución actual de la sociedad, sigue siendo el lugar de
reciprocidad, solidaridad, de relación entre los sexos y las generaciones y, a
la vez, el ámbito que promueve un auténtico humanismo, capaz de fundamentar las
razones de la propia existencia y de la propia misión en el mundo.
Los hijos. Son tales en cuanto
construyen su identidad en relación con el padre y con la madre. Es en la
diversidad hombre-mujer y en la concreta estructura de la familia fundada sobre
esta unión como los hijos encuentran certezas y sentido en su vida. Mientras lo
que el niño sabe puede ser transmitido a través de diversos canales, lo que
“es” en buena medida es fruto educativo de la familia. No existe el derecho de
una persona a tener un hijo; existe el derecho del hijo a tener un padre y una
madre.
Frente a esta revolución antropológica y a esta arrogante invasión ideológica, es necesario que los evangelizadores, los educadores y los padres de familia, a título personal y asociativo, no permitamos la imposición antidemocrática de propuestas contrarias a las propias convicciones. En el respeto de una autentica laicidad y de una concreta subsidiariedad no se daría la imposición de estas tendencias; tampoco se daría en un Estado que respete los derechos que lo preceden. El papa Francisco ha cuestionado duramente lo que llama la “dictadura del pensamiento único” que mata “la libertad de los pueblos, la libertad de la gente y la libertad de las conciencias”. Así mismo, se ha opuesto a la “colonización ideológica”, que introduce en un pueblo “una idea que no tiene nada que ver con él y así coloniza con una idea, que cambia su mentalidad o su estructura”. De otra parte, es preciso ir cada vez más lejos con la nueva Evangelización para presentar en la sociedad la buena noticia de la persona, de la vida y de la familia dentro del plan de Dios.