APASIONADOS POR VIVIR
23 | 01 | 2012
El año pasado, bajo el
título “Se multiplican los cansados de vivir”, una revista daba un informe
sobre los trastornos depresivos que sufren tantas personas. Llegaba a indicar
que, en Colombia, seis de cada diez jóvenes han contemplado la idea del
suicidio. A la raíz de este fenómeno está la falta de sentido en la existencia,
la profunda soledad en que muchos viven, la ausencia de una formación humana
sólida y, sobre todo, la incapacidad de conducir una seria vida espiritual.
La bondad de Dios nos
ha permitido iniciar un nuevo año. Es la ocasión para un reencuentro con
nosotros mismos, con el proyecto que somos, con la misión que tenemos. Es la
oportunidad de reemprender el camino con nuevo vigor y nuevos propósitos.
Podemos comprometernos en el 2012, por ejemplo, a no dejar avanzar ningún
resentimiento que nos impida la paz y la alegría, a aprender a escuchar y a
servir a los demás con amor, a ir a lo esencial para no perder la vida en la
superficialidad, a crecer en la paciencia en el trato con los otros, a luchar
seriamente por la felicidad de nuestras familias.
Este es un año en el
que podemos colaborar con los nuevos gobernantes, recientemente posesionados,
para impulsar un verdadero e integral desarrollo para todos. Sería muy
provechoso que quisiéramos avanzar en la experiencia de Dios, dedicarnos con
más empeño a la evangelización, asumir nuestra misión concreta con
responsabilidad y creatividad, fomentar la unidad y la integración en la vida
eclesial, mejorar la acción y la organización pastoral en nuestras parroquias e
instituciones.
A nivel de la Iglesia
universal podemos esperar muchos frutos del Sínodo que se realizará sobre la
nueva evangelización, de la memoria del inicio del Concilio Vaticano II hace
cincuenta años y del Año de la Fe que vamos a celebrar. En cuanto a nuestra
Arquidiócesis tenemos la ocasión de consolidar e impulsar la organización que
estamos construyendo a partir de las Vicarías Episcopales, de trabajar más
decididamente en la Misión Continental con los programas concretos que se van a
presentar, de comprometernos en una mejor formación y participación de los
laicos.
El Papa Benedicto XVI
nos introduce en este nuevo año diciéndonos: “Ahora es el momento de confiar
infinitamente en Dios, de quien nos sabemos amados, por quien vivimos y a quien
nuestra vida se orienta. Desde que el Salvador descendió del cielo el hombre ya
no es más esclavo de un tiempo que avanza sin un porqué, o que está marcado por
la fatiga, la tristeza y el dolor. El hombre es hijo de un Dios que ha entrado
en el tiempo para rescatar el tiempo de la falta de sentido o de la
negatividad, y que ha rescatado a toda la humanidad, dándole como nueva
perspectiva de vida el amor, que es eterno” (31-12-2011).
Al iniciar el nuevo
año, nosotros no nos sentimos cansados de vivir, sino llenos de pasión por la
vida. Comenzar otra etapa nos permite una experiencia de creación, de novedad,
de futuro, de alegría. Cultivemos un sentido profundo de la esperanza. Tal vez
tenemos esperanza frente a algunos deseos o proyectos personales, pero nos
puede faltar una esperanza social, histórica, escatológica. Con estos
sentimientos y propósitos, de nuevo a bogar todos, mar adentro, en el nombre
del Señor.