UNA DECISIÓN QUE NO TODOS QUIEREN ENTENDER
25 | 02 | 2013
El pasado 11 de
febrero, el Papa Benedicto XVI renunció a su ministerio como Obispo de Roma y
Pastor universal de la Iglesia. Desde entonces se desató un vendaval mediático
con las más disímiles posiciones. Aun instituciones y personas que no tienen
nada que ver con la Iglesia se han sentido autorizadas para lanzar toda clase
de tesis sobre esta decisión consciente y libre del Papa y para hacer todo tipo
de juicios sobre el Pontífice y su servicio a la Iglesia. Esto, evidentemente,
ha creado confusión y aun angustia en muchas personas. Me propongo, acogiendo
la petición que varios me han hecho, abordar de nuevo este tema, respondiendo
algunas preguntas concretas.
- ¿La renuncia del Papa
es una novedad? Ciertamente. Hacía varios siglos que no se daba la dimisión de
un Papa y, a diferencia de lo que pudo suceder en otras ocasiones, ahora el
Papa lo hace sin la coacción de personas. Es también una novedad porque puede
generar nuevas formas de ver y de actuar en la Iglesia.
- ¿Cuál es la verdadera
causa de la renuncia del Santo Padre? Es el agotamiento de sus fuerzas físicas.
Han querido inventar las más extrañas motivaciones para la renuncia, como si no
fuera explicable que lo hace por la fatiga de la edad y por el desgaste de una
larga y ardua vida de trabajo. Es preciso respetar y valorar una decisión que
el Papa ha hecho en conciencia delante de Dios y que ha presentado a la Iglesia
con toda naturalidad.
- ¿Renunció el Papa por
divisiones en la Iglesia? La duda en este sentido surgió de una mala
interpretación de las palabras de Benedicto XVI cuando, hablando de la
necesidad de responder a la conversión que nos pide la Cuaresma, pidió no caer
en “atentados contra la unidad” y en las “divisiones en el cuerpo eclesial".
Si ésta fuera la causa, no hubiera podido asumir el pontificado porque estos
pecados tristemente han existido siempre.
- ¿La renuncia del Papa
cambia la naturaleza de la Iglesia o la naturaleza del Papado? De ninguna
manera. Tampoco crea confusiones o vacíos en el gobierno de la Iglesia. La
mejor prueba es que la posibilidad de la renuncia del Papa y el modo de
proceder después de ella están claramente previstos y regulados en el Código de
Derecho Canónico.
- ¿El Papa ha
renunciado a su vocación? El Papa no ha renunciado a la fe, ni al sacerdocio,
ni al servicio de la Iglesia. Ha renunciado a un ministerio para el que no
siente ya la fortaleza física necesaria. El Papa, que es el Obispo de Roma, ha
renunciado, un poco, como lo hacen todos los obispos del mundo al llegar a
cierta edad. Lo que un Papa anciano y enfermo puede hacer, él lo seguirá
haciendo desde un monasterio en el que estará en oración y, como ha dicho,
“escondido para el mundo”.
-¡Quién ha obrado bien
Juan Pablo II que no renunció a pesar de su enfermedad o Benedicto XVI que ha
renunciado? Ambos. No tiene sentido contraponer la actitud de los dos Papas.
Son dos personas distintas en circunstancias diversas. Cada uno ha obrado a
conciencia. Tan meritorio es sufrir en público dando un testimonio de fe, como
retirarse porque se ve que el bien de la Iglesia requiere el gobierno de una
persona más fuerte. Es bueno recordar que muchos que criticaban a Juan Pablo II
porque no renunciaba, critican ahora a Benedicto XVI porque renuncia.
Hoy quien hable mal de
una “minoría” o de un “colectivo” es juzgado por los medios de comunicación y
por los tribunales. Pero del Papa y de la Iglesia cualquiera se cree con
derecho a decir lo que quiera. No nos desconcertemos por afirmaciones
fantasiosas de la prensa amarillista o por críticas desconsideradas y ofensivas
a la Iglesia. Esto significa que estamos sobre el candelero y que tenemos la
responsabilidad de alumbrar por la santidad de nuestra vida. De otra parte,
esto ha sucedido así desde el principio. Ante el Crucificado unos se burlaban y
otros reconocían que era el Hijo de Dios. Y, con ese “escándalo de la Cruz”,
Dios ha salvado al mundo.