ACOJAMOS AL PAPA FRANCISCO
18 | 03 | 2013
El pasado 13 de marzo,
ha resonado en el corazón el anuncio esperado: “Tenemos Papa”. El Espíritu
Santo, al que hemos invocado con insistencia y confianza, nos ha dejado ver una
vez más su misteriosa actuación en la Iglesia. Hemos podido conocer, entonces,
al nuevo sucesor de Pedro, que con el nombre de Francisco se dispone a conducir
la barca de la Iglesia en este tiempo apasionante y difícil de la historia.
Si bien el Colegio de
Cardenales nos ha sorprendido yendo a “buscar un Papa en el fin del mundo”, el
Papa Francisco ha empezado a sorprendernos con sus gestos. Es un Papa que ha
iniciado su misión desde Dios, pidiendo su fuerza poderosa, orando por el Papa
emérito, por la humanidad y, sobre todo, suplicando oraciones por él mismo.
Mientras se han multiplicado las palabras y los comentarios sobre la renuncia
de Benedicto XVI y sobre la elección del
nuevo Pontífice, impresiona el Papa Francisco pidiendo, desde el principio, un
profundo silencio para la oración.
Se ha presentado, ante
todo, como Obispo de Roma y ha querido tener a su lado al Vicario, enfatizando
así la esencia misma del Papado. Luego, ha dejado ver su sencillez y su
cercanía con el pueblo a través de palabras simples y esenciales. Muchas cosas
se pueden intuir del nombre que ha elegido y por el que presenta al mundo la
figura del pobre de Asís. Igualmente, nos llena de esperanza el inicio de su
pontificado a los pies de la Santísima Virgen María, implorando la ayuda para
la misión que ha recibido.
En su breve alocución
inicial nos propuso ya cinco temas, que pueden mirarse como todo un sendero
para recorrer: fraternidad, amor, confianza, oración, evangelización. Y en la
homilía de su primera Misa en la Capilla Sixtina nos invitó a caminar en el
Señor, a construir la Iglesia y a anunciar el Evangelio, sin apartarnos del
misterio de la Cruz. Es ya la confirmación del itinerario de discipulado
misionero, vivido en comunidad que, a través de la Misión Continental, nos está
llevando a la nueva Evangelización.
Le esperan al nuevo
Papa, ciertamente, grandes desafíos por lo que se refiere a la conducción de la
Iglesia y a la misión de los discípulos de Jesús en el mundo. Ya muchos
empiezan a ponerle programas y condiciones; otros se ocupan de averiguar y
especular sobre datos y momentos de su vida. Nosotros confiemos en que Dios lo
ha elegido, lo asistirá y le ayudará a continuar impulsando el camino que con
la fuerza de su Espíritu está construyendo en el mundo.
Situémonos nosotros en
la voluntad de Dios, que se manifiesta en esta elección de un nuevo sucesor de
Pedro. Oremos por el Papa Francisco, como nos ha pedido. Adhirámonos a su
magisterio. Y así como él aceptó generosamente el ministerio que se le ha
pedido, pongamos todos la vida y el corazón al servicio del Señor, de la
Iglesia y de la misión de anunciar el Evangelio. Que ese sea nuestro sentimiento
y nuestro propósito al concluir esta Cuaresma y al abrirnos a la alegría y a la
esperanza de la Resurrección de Cristo.