QUÉ NOS PIDE DIOS EN ESTE MOMENTO?
08 | 04 | 2013
cabamos de celebrar la
Semana Santa y hemos visto la fe de tantas personas y su deseo de vivir a
profundidad la vida cristiana. Estamos percibiendo, de otra parte, el
entusiasmo que ha suscitado la elección del Papa Francisco y los primeros actos
de su ministerio. Esto nos revela que hay necesidad de Dios, que la Iglesia
tiene una misión imprescindible en el mundo, que tantas personas están
esperando solamente que se les proponga un camino espiritual que puedan seguir
y que responda a sus necesidades.
En la última reunión
general del presbiterio de Medellín, el pasado 7 de marzo, tuvimos un momento
de discernimiento por arciprestazgos, en el que nos preguntábamos: ¿Qué nos
pide Dios a nosotros en el momento eclesial que vivimos? Los comentarios
posteriores sobre este ejercicio fueron muy positivos y, efectivamente, las
reflexiones que se recogieron son de gran valor y actualidad. Por eso, quiero
hoy consignar algunas de las respuestas que espontánea y repetidamente
aparecieron en ese momento:
1.Coherencia y fidelidad
al Evangelio. Me parece que este es el punto de partida fundamental. El
Concilio Vaticano II nos ha pedido “volver a las fuentes” y la fuente primera
es el Evangelio, que debemos creer y vivir con radicalidad.
2.Hacer de la Iglesia
un espacio de acogida, escucha e integración. Realmente uno de los grandes
desafíos de hoy es renovar el rostro de la Iglesia desde una dimensión humana y
comunitaria, que nos permita a todos sentirnos acogidos y amados.
3.Cultivar una profunda
fidelidad a la Iglesia. La Iglesia debemos percibirla como un misterio de
salvación y como un regalo muy grande de Dios para cada uno de nosotros. No es
para criticarla, aprovecharla según el propio interés y dejarla que corra sola
su suerte.
4. Cuidar y promover
más la unidad en la Iglesia. La unidad es esencial a la naturaleza y a la
misión de la Iglesia. Todo déficit de unidad e integración lo paga la
evangelización. No podemos dilapidar más fuerzas y tiempo en divisiones
suicidas.
5. Potenciar el
testimonio y la evangelización. Para eso nos ha elegido, consagrado y unido el
Señor. No hacerlo es renunciar a nuestra identidad de ser luz, sal, levadura y
ciudad sobre el monte. Anunciar lo que Dios ha hecho en nosotros es nuestra
mayor alegría.
6. Mirar este tiempo
como una gran oportunidad. Vivimos un cambio de época que nos desafía de muchas
maneras y nos ofrece innegables oportunidades. El tiempo y el lugar en los que
debemos cumplir nuestra misión son estos. Es preciso hacerlo con fe, con
alegría, con audacia, con amor, con esperanza.
7. Mostrar la imagen
del buen Pastor. Todos los bautizados participamos de la condición de Cristo
Pastor. Los que hemos recibido el sacramento del Orden hemos llegado a una
nueva configuración con Cristo Pastor, para dar la vida por los demás. Cristo
debe aparecer realmente en nuestro servicio desinteresado y en nuestraentrega
total.
8. Mejorar el servicio
pastoral. En este sentido, se sugiere en las respuestas la práctica de virtudes
concretas que atañen a “la eximia humanidad” que debe brillar en nuestro ministerio:
honestidad, prudencia, cercanía, claridad en la información, sentido de
pertenencia, responsabilidad.
Si esto es lo que Dios
nos pide en este momento, ¿cómo no responder? La gracia no nos faltará;
porque,misteriosamente, Dios llama por fuera y abre por dentro.