LA SACRALIDAD DE LA PERSONA HUMANA
09 | 12 | 2014
El pasado 25 de noviembre, el Papa Francisco habló ante el Parlamento
Europeo. Comenzó haciendo un análisis de la situación de Europa y sus
instituciones, que vale también para nosotros. Presentó un panorama marcado por
“soledad”. Todo esto, dijo, va unido a un estilo de vida egoísta donde se
constata amargamente el predominio de las cuestiones técnicas y económicas
sobre la dignidad sagrada e inalienable del ser humano.
Completó el diagnóstico señalando: “El
ser humano corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de un mecanismo
que lo trata como un simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que –
lamentablemente lo percibimos a menudo – cuando la vida ya no sirve a dicho
mecanismo se descarta sin ningún reparo, como en el caso de los enfermos
terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños
asesinados antes de nacer”.
Después, señalo algunas propuestas concretas que también nosotros
debemos acoger e implementar si queremos tener un desarrollo integral y
auténtico, una paz verdadera y estable. Entre otras, recordemos las siguientes:
1) Abrirse a Dios y reafirmar las raíces cristianas.
Cuando se aprecian y aprovechan la riqueza y la potencialidad de los valores
religiosos se es más inmune a extremismos, al vacío que genera la falta de
ideales y a dinámicas de violencia.
2) Defender la democracia. “Mantener
viva la realidad de las democracias es un reto de este momento histórico”.
Esto implica “evitar tantas maneras
globalizantes de diluir la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismo
de lo relativo, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los
intelectualismos sin sabiduría”.
4) Proteger a la familia “unida, fértil e indisoluble”. La
familia tiene una importancia fundamental para ofrecer esperanza a las nuevas
generaciones y para proteger a los ancianos de la soledad y el abandono. Sin
familia no hay una sociedad estable y un futuro que prometa vida plena para
todos.
5) Fomentar la educación. Para beneficiar las
cualidades de las personas resulta fundamental una educación que “no
puede limitarse a ofrecer un conjunto de conocimientos técnicos, sino que debe
favorecer un proceso más complejo de crecimiento de la persona humana en su totalidad”.
5) Comprometerse a favor de la ecología. Somos custodios de la
creación, pero no sus dueños. Por eso la debemos amar y respetar. “Respetar el ambiente no significa sólo
limitarse a evitar estropearlo, sino también utilizarlo para el bien”. “Junto a la ecología ambiental, se necesita
una ecología humana, hecha de respeto a la persona”.
6) Dignificar el trabajo. “Es hora de favorecer las políticas de empleo, pero
es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también
las condiciones adecuadas para su desarrollo”. Se trata de “favorecer un adecuado contexto social, que no apunte a la explotación
de las personas, sino a garantizar a través del trabajo, la
posibilidad de construir una familia y de educar a los hijos”.