LO ESENCIAL ES SEGUIR A CRISTO
30 | 03 | 2015
La Cuaresma que, para la comunidad cristiana, es como un
nuevo éxodo o como una peregrinación a Jerusalén, desemboca en la Semana Santa.
En estos días la liturgia sigue paso a paso los últimos acontecimientos de la
vida terrena y de la glorificación del Señor. Por esto decía el Beato Pablo VI:
“Si hay una liturgia que debería
encontrarnos a todos comprometidos, atentos, solícitos y unidos para una
participación lo más plena digna, piadosa y amorosa, es la de la gran semana.
Por una razón clara y profunda: el Misterio Pascual, que encuentra en la Semana
Santa su más alta y conmovedora celebración, no es simplemente un momento del
año litúrgico; es la fuente de todas las demás celebraciones del año litúrgico
mismo, porque todas se refieren al Misterio Pascual” .
La liturgia de la Semana Santa, como toda la vida
cristiana, no es otra cosa que seguir a Cristo hasta el momento culminante de
su entrega total al Padre para salvar a la humanidad del pecado y de la muerte.
Participar de verdad en las celebraciones de la Semana Santa quiere decir caminar
tras la persona de Cristo, vivir lo que Cristo es. La Semana Santa nos permite
ver que Cristo no es una idea sino una persona concreta cuya vida nos podemos
apropiar. Como dice San Pedro: “él nos ha
dado ejemplo para que nosotros sigamos sus huellas”. No se trata solamente
de recordar a Cristo o de contemplar con piedad los momentos dramáticos de la
pasión, sino de unirse a él en su misma donación total a Dios y a la humanidad.
Es necesario incorporarse en el movimiento de su amor que lleva a dar la vida.
El Papa Francisco lo explica así: “Vivir la Semana Santa es entrar cada vez más en la lógica de Dios, en
la lógica de la Cruz, que no es ante todo aquella del dolor y de la muerte,
sino la del amor y del don de sí que trae vida. Es entrar en la lógica del
Evangelio. Seguir, acompañar a Cristo, permanecer con Él exige un «salir», salir.
Salir de sí mismos, de un modo de vivir la fe cansado y rutinario, de la
tentación de cerrarse en los propios esquemas que terminan por cerrar el
horizonte de la acción creativa de Dios. Dios salió de sí mismo para venir en
medio de nosotros, puso su tienda entre nosotros para traernos su misericordia
que salva y dona esperanza”.
La comprensión, vivencia y participación del Misterio
de Cristo, celebrado a lo largo de la Semana Santa, se convierten en una ocasión
magnífica para crecer espiritualmente y para realizar un excelente trabajo
pastoral. En la Semana Santa, de una parte, hay una gracia especial de Dios y,
de otra, la comunidad cristiana está particularmente dispuesta para escuchar la
Palabra y celebrar los Sacramentos. Es por tanto, un momento propicio para
presentar el proyecto de Dios sobre todas las realidades humanas e invitar a un
auténtico cambio de vida. Las familias, los grupos apostólicos, las parroquias,
toda la sociedad deben encontrar en estos días una especial oportunidad para
asumir en serio el seguimiento de Cristo.
Vuelvo a pedir que no nos quedemos en cosas
secundarias. La descristianización avanza en nuestra sociedad. Las urgencias
pastorales son muchas. No tenemos tiempo para perder. Por favor, vamos a lo
esencial: la evangelización con los medios más adecuados, el llamamiento a la
conversión que sella el sacramento de la penitencia, la celebración
participativa y fructuosa en la liturgia, la transformación de la sociedad
según los valores del Evangelio, el compromiso de todos los católicos de asumir
consciente y activamente la vida y la misión de la Iglesia. Pido al Señor que
nos renueve profundamente a todos en este momento de salvación, en el que tenemos
la posibilidad de morir y resucitar con él.