REPARACIÓN Y CATEQUESIS
10 | 12 | 2012
Han querido herir a la
Iglesia manipulando y ultrajando la Eucaristía. Mediante la blasfemia han
buscado utilizar a la Iglesia para mezquinos intereses personales. Pero, sobre
todo, ha sido una ofensa grave a Nuestro Señor en el misterio de su amor y de
su entrega. Quienes hemos conocido los hechos, sabemos hasta dónde ha llegado
la ignominia y la perversidad. Sin
embargo, lo que más duele son las profanaciones que en nuestros propios templos
se dan constantemente de la Sagrada Eucaristía. Unas veces por manos sacrílegas
y otras por la indiferencia y el descuido de sacerdotes y fieles. Contrasta la
lucidez y el amor con los que el Señor se entrega para quedarse siempre con
nosotros con la superficialidad y la insolencia con que lo tratamos.
También en este campo
es necesario que el Año de la Fe nos exija conversión, responsabilidad y
exquisita delicadeza. Si no amamos y respetamos al Señor realmente presente
entre nosotros, entonces, ¿quiénes somos, qué nos queda y hacia dónde vamos?
Con relación a la Eucaristía, no se pueden permitir más infamias y ligerezas.
Quiero señalar algunos aspectos concretos en los que debe darse inmediatamente
un serio compromiso de todos.
1. Seguir trabajando en
una digna y fructuosa celebración de la Eucaristía, que permita, de una parte,
una verdadera comunión con Cristo y, de otra, una gozosa unidad de todos los
miembros de la asamblea que ya no son muchos, sino el cuerpo del Señor.
2. Fomentar una sólida
espiritualidad eucarística en todas las parroquias y capellanías a fin, no
sólo, de honrar como es debido la presencia del Señor y vivir con provecho el
misterio de su entrega por nosotros, sino fomentar la permanente oración de
reparación ante Él.
3. Se deben corregir
definitivamente abusos ya señalados: multiplicación de misas en las casas,
celebración de la eucaristía en lugares que no reúnen las condiciones para una
digna participación, descuido con los sagrarios inseguros o que permanecen
abiertos.
4. A los ministros
extraordinarios de la comunión no se les deben dar ni ellos deben permitirse
atribuciones que no tienen y no convienen. En esta materia las indicaciones han
sido precisas y se deben cumplir. No permitamos que los abusos impidan o dañen
un importante y necesario ministerio.
5. Al repartir la
sagrada comunión proceder con unción y enseñar a los fieles a comulgar con
plena conciencia de lo que hacen y evitando, especialmente, recibir al Señor en
estado de pecado mortal. Cuando se da la comunión en la mano, poner atención
que se reciba con dignidad y se consuma inmediatamente.
6. Vamos a aprovechar
la exposición prolongada del Santísimo Sacramento que se hace en todas las
parroquias los últimos días del año, o al menos el 31 de diciembre, para adorar
al Señor sacramentado, para dar gracias por su presencia en medio de nosotros,
para pedir la paz en el nuevo año y, especialmente, para reparar por las
ofensas que recibe en este sacramento.
7. Pido que cada
parroquia y cada capellanía hagan, dentro de su programación ordinaria, un plan
de catequesis sobre la Eucaristía, que culmine, como luego se indicará, con una
especial celebración de la solemnidad del Corpus Christi el año entrante.
Estas acciones nos
ayudarán a avanzar en nuestros propósitos de nueva evangelización, de
renovación de las parroquias y de formación espiritual de sacerdotes y laicos.
Que la oración reparadora y el compromiso catequético sean los mejores recursos
para desagraviar a Nuestro Señor, para responder a quienes nos quieren ofender
y para cooperar con los planes de Dios quien sabe hacer concurrir todas las
cosas en bien de los que lo aman.