SE ABRE LA PUERTA DE LA MISERICORDIA
30 | 11 | 2015
Como bien sabemos, el Papa
Francisco ha convocado el Año Extraordinario de la Misericordia, que va del 8
de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción, hasta el 20 de
noviembre de 2016, solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Es un tiempo
privilegiado de gracia en el que estamos llamados a vivir la misericordia de
Dios y a anunciarla en este mundo lleno de grandes esperanzas y también de
preocupantes contradicciones.
Estamos invitados así a acoger el
don que hemos recibido con la venida de Nuestro Señor Jesucristo ungido y
enviado por el Espíritu Santo para dar la libertad a los oprimidos y para
anunciar un año de gracia (cf Lc 4,18-19). Como dice el Papa: “Siempre tenemos
necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría,
de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación” (MV, 2).
Una de las características de
este año es que debe ser vivido intensamente en cada Iglesia particular. El
signo más evidente de esta orientación es la posibilidad de abrir la “Puerta de
la Misericordia” en cada diócesis. Abrir esta puerta, que corresponde a la
Puerta Santa que se abre en la basílica de San Pedro en el Vaticano, permite
realizar la peregrinación jubilar también a quienes no pueden llegar a Roma
(MV, 3).
La tradición de abrir una puerta
con ocasión de un año jubilar se remonta al Papa Martín V quien, en 1423, abrió
por primera vez en la historia la Puerta Santa de la basílica de San Juan de Letrán.
El Papa Alejandro VI, en 1499, extendió esta práctica a las cuatro basílicas
mayores de Roma. La puerta de la basílica de San Pedro siempre ha sido la
primera que se abre y la última que se cierra.
En nuestra Arquidiócesis, abriré
la Puerta de la Misericordia, como “meta de peregrinación y como signo de una
profunda conversión”, en la Catedral Metropolitana el próximo 13 de diciembre a
las 12 m., tercer Domingo de Adviento. Los invito a todos, sacerdotes,
religiosos y fieles laicos a hacer la peregrinación en dicho día para entrar
por la Puerta de la Misericordia en esta celebración.
Quienes por diversos motivos
estén impedidos para llegar a la Puerta Santa podrán lucrar la indulgencia por
otros medios que ya se han indicado. Lo más importante es que percibamos todos
que estamos ante una oportunidad fuera de lo común para encontrar el abrazo
misericordioso de Dios Padre, mediante un sincero camino de conversión que
culmine en el sacramento de la Penitencia y en la comunión eclesial de la
Eucaristía.
Debemos proponernos todos en la
Arquidiócesis recibir la gracia que tanto necesitamos de una transformación
personal y comunitaria a partir de una particular experiencia del amor de Dios.
No se trata de simples actividades aisladas que pasan sin dejar huella. Se
necesita que entremos en el corazón del Evangelio para que la misericordia de
Dios nos saque de nuestra miseria, avive nuestra fe, nos lleve a recibir el
perdón y nos haga testigos del amor que
ha sido derramado en nosotros.
Se abre la Puerta de la Misericordia. La Puerta es Cristo, si entramos por él encontraremos la salvación (cf Jn 10,7-9). Entremos decididamente en este Año de gracia para que se perdonen nuestros pecados, para que se transforme nuestro corazón, para que nazca en nosotros un espíritu nuevo, para que vuelvan a nosotros la paz y la alegría, para que seamos misericordiosos como el Padre (cf Sal 51; Lc 6,36).