EL PAPA FRANCISCO Y LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO
22 | 08 | 2016
Sigue en el ambiente la inquietud
por el propósito de ciertas entidades internacionales y de algunos Estados que
busca imponer en la educación y en la vida de los pueblos la ideología de
género. Si sabemos que es preciso respetar siempre la dignidad de las personas
y sus diferencias, incluidas las sexuales, no podemos entregar la educación de
las futuras generaciones y el orden mismo de la sociedad a las pretensiones de grupos
particulares, que no pocas veces con mentiras quieren imponerse.
Por esto, es muy importante que
estemos informados sobre lo que es y significa la ideología de género. Sobre este
tema se ha expresado con claridad y fuerza el Papa Francisco en varias
ocasiones. En octubre de 2014 hablaba en una entrevista de los “Herodes” modernos
que “destruyen, que traman proyectos de muerte, que desfiguran el rostro del
hombre y la mujer, destruyendo la creación”. El 21 de marzo del año pasado
decía a los jóvenes en Nápoles: “La ideología de género es un error de la mente
humana que provoca mucha confusión…La familia está siendo atacada”.
En su reciente exhortación
apostólica, Amoris Laetitia (53,56,68,153), el Papa muestra el desafío que
surge de una ideología, genéricamente llamada gender, que “niega la diferencia y la reciprocidad natural de
hombre y de mujer. Ésta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía
el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos
educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y
una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica
entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción
individualista, que también cambia con el tiempo”.
Igualmente, señala que es
inquietante que esta ideología pretenda responder a ciertas aspiraciones a
veces comprensibles, procurando imponerse como un pensamiento único que determina
incluso la educación de los niños. “No hay que ignorar que el sexo biológico y
el papel sociocultural del sexo, se pueden distinguir pero no separar”.
Por otra parte, añade, “la
revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido
la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente
de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así
como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles
y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de
las parejas”.
También indica que “una cosa es
comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar
ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la
realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos
creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido
como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso
significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada”.
Y, finalmente, el pasado 16 de
julio durante la Jornada Mundial de la Juventud decía: “Hoy a los niños –¡a los
niños!–, en la escuela se les enseña esto: que el sexo cada uno lo puede
elegir. ¿Y por qué enseñan esto? Porque los libros son de las personas e
instituciones que te dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas
también por países muy incluyentes. Esto es terrible”.