LA COLECTA PARA EL FONDO COMÚN SACERDOTAL
30 | 04 | 2012
El Señor Jesús nos ha
mandado amar, porque sabe que éste es el camino para ser imagen y semejanza de
Dios, para convivir fraternalmente y para encontrar la verdadera alegría. Una
expresión del amor es la solidaridad, recomendada ya desde el Antiguo
Testamento: “Sé generoso con tu hermano, con el necesitado y con el pobre” (Dt
15, 11). Pero la solidaridad llega a su máxima expresión en Cristo, que siendo
de condición divina se hizo semejante a nosotros (cf Fil 2,6-11). Se hizo
servidor de todos, defensor de los excluidos y buen samaritano que ayuda a
quien está caído (cf Mt 20,28; Lc 10,29-37). Más aún, llega a identificarse con
quien padece alguna necesidad (cf Mt 25,34ss).
El amor cristiano debe
expresarse en formas concretas de acompañamiento, ayuda y solidaridad (cf 1Jn
3,17). La generosidad nos abre a la alegría y a las bendiciones divinas. Jesús,
en efecto, ha dicho que “hay más gozo en dar que en recibir” (Hch 20, 35) y San
Pablo asegura que “Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7). Si la vida
cristiana nos invita a la solidaridad e incluso el mundo globalizado propone la
solidaridad como uno de los valores fundamentales de la sociedad, no podemos
los sacerdotes ser indiferentes frente a los sufrimientos y necesidades de
nuestros mismos hermanos sacerdotes. De otra parte, el mundo necesita el
testimonio de nuestra solidaridad como presbiterio.
Los sacerdotes que
estamos llamados a vivir la solidaridad como un estilo de vida, como un aspecto
esencial de nuestra identidad y como una exigencia fundamental de nuestro
ministerio, la podemos practicar, en primer lugar, al ofrecer y recibir cada
día, de sacerdote a sacerdote, la comunión eclesial, el apoyo espiritual, la
colaboración pastoral, la comprensión caritativa, el calor de la amistad, la
corrección fraterna, la compañía afectuosa y la ayuda mutua en todas sus formas
espirituales, morales y materiales. Debemos llegar a que el joven ayude al
hermano mayor, el fuerte sostenga al débil, el sano acompañe al enfermo y el
que tiene más sea generoso con el que no tiene.
Para fomentar esta
espiritualidad de la solidaridad, desde 1972, está constituido en la
Arquidiócesis de Medellín el “Fondo Común Sacerdotal”. Busca hacer efectiva la
cooperación entre los sacerdotes, trabajando para que todos, por razón de su
fraternidad sacramental, tengan los medios suficientes para satisfacer las
necesidades de su vida. Hace cuarenta años, entonces, que esta institución está
prestando grandes servicios al presbiterio arquidiocesano y, de un modo
especial, a los sacerdotes ancianos o que están enfermos o que trabajan en
zonas particularmente marginadas y difíciles.
Es preciso agradecer a
quienes han integrado la Junta Directiva y a los colaboradores laicos que han
trabajado con responsabilidad y creatividad para lograr los buenos resultados
que hoy puede presentar este organismo. Todos esperamos que el Fondo, en plena
articulación con la administración arquidiocesana y con la pastoral sacerdotal,
pueda responder cada vez mejor a la tarea de fomentar la solidaridad sacerdotal
y de aliviar las necesidades de algunos sacerdotes. Sea también la ocasión para
pedirle encarecidamente a todo el presbiterio que se interese y se
responsabilice de este proyecto común, que tiene su principal ingreso en la
Colecta que se realiza el Domingo del Buen Pastor.
Podemos recordar
algunos datos para hacernos una idea de la labor del Fondo. La Colecta 2010 fue
de $136.291.260 y la de 2011 fue de $180.218.600.
Sin embargo, los donativos no alcanzan a cubrir los subsidios que se dan; en
efecto, en el año 2010 se auxilió a 48 sacerdotes con $187.022.085 y el año
pasado se benefició a 53 sacerdotes con recursos por $232.897.552. Es
necesario, entonces, buscar ayudas voluntarias, conseguir disposiciones
testamentarias y, sobre todo, motivar bien esta Colecta. Una vez hecha,
tengamos presente que se debe entregar no una cuota simbólica, sino todo
aquello que los fieles dan con laudable generosidad para el sostenimiento de
los sacerdotes que les han servido o que están en necesidad.