EL PAPA EN COLOMBIA
13 | 03 | 2017
Del 6 al 10 de septiembre, cuatro
ciudades de Colombia van a ser la cátedra de Pedro. Nuestro Señor Jesucristo,
como consta en el Evangelio, quiso instituir con doce de sus seguidores una
comunidad estable al frente de la cual puso a Pedro, como piedra inicial y
pastor de todo el rebaño (cf Mc 1,16-20; Mt 16,17; Jn 21,15-17). Desde
entonces, la misión de Pedro es confirmar en la fe a sus hermanos (Lc 22,32) y
esta misión debe perdurar hasta el fin del mundo (Mt 28,20). Por eso, los
Apóstoles cuidaron de establecer sucesores que continuaran la obra. De esta
manera, en el Obispo de Roma perdura Pedro.
El Papa Francisco es hoy el
sucesor de Pedro y, como tal, es el principio y el fundamento visible de la
unidad de todos los católicos en el mundo. Al querer visitar a Colombia se
propone animarnos en el camino de la fe, ayudarnos a vivir en la unidad y
mostrarnos horizontes de esperanza hacia el futuro. Debemos comprometernos
todos para que la visita impulse procesos de discipulado misionero que nos
hagan, como enseña el mismo Papa, una “Iglesia en salida” hacia los más
necesitados y hacia aquellos que se encuentran en las “periferias
existenciales”.
Debe quedar claro que la visita
del Santo Padre no se puede mirar como un evento político, sino como un
acontecimiento religioso y pastoral. Conviene evitar que no ocurra ningún tipo
de manipulación con fines ideológicos o propagandísticos. Tampoco debe ser la
ocasión para privilegiar algún sector o movimiento de la sociedad o para hacer
visibles propuestas particulares o intereses personales. Debemos acoger la
visita del Papa como un momento de gracia en el que todos somos llamados a
revisar nuestra vida, a comprender el querer de Dios sobre nosotros y a dar en
esa dirección un paso adelante.
Es preciso decir también que la
visita es a Colombia y a todos los colombianos. El Papa, a partir del
Evangelio, tiene un mensaje para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Colombia está viviendo un momento de polarización, consecuencia de tantos años
de violencia y de tantos atentados contra la verdad. Sentimos que hemos perdido
la confianza en personas, instituciones y proyectos. El individualismo, la
corrupción y la agresividad nos están secando el alma. Por eso, a todos nos
conviene la reflexión que el Papa suscite en torno a la reconciliación, la
justicia, la solidaridad y la paz.
Que el Papa haya escogido a
Medellín como una de las ciudades desde donde se quiere encontrar con todos los
colombianos nos llena, por supuesto, de alegría y de gratitud; pero nos invita
también a la responsabilidad. Debemos ser los primeros en leer lo que nos dice
Dios en este momento de la historia y empeñarnos en realizarlo para el bien de
todo el país. No podemos pensar con ingenuidad que ya tenemos las bases de un
desarrollo integral y para todos, que podemos vivir de las ínfulas con que
absolutizamos algunos logros, que ya tenemos hecha y garantizada la paz.
Colombia es un proyecto en
construcción. Debemos redefinir metas, ponernos de acuerdo, asegurar la
institucionalidad, cerrar brechas, limpiar la casa, reconstruir la confianza,
aprender a querernos, abrirnos a la esperanza. En este momento, nos llegan
entonces muy bien la presencia y el mensaje del pastor religioso de la mayoría
de los colombianos y de un líder de tanto reconocimiento en todo el mundo. Si
queremos oír y entender, podemos acoger esta oportunidad para dar con humildad
y valentía, como dice el lema de la visita, un nuevo paso adelante. Bienvenido
Papa Francisco.