TURBULENCIAS
16 | 05 | 2017
e anunciando que actualmente
están aumentando las turbulencias en los vuelos aéreos. El incremento es muy
grande: de 10 a 40% en la fuerza y de 40 a 170% en la frecuencia. La causa es
el cambio climático que está fortaleciendo los chorros de aire que circulan el
globo. Cada vez se alarga más la lista de los pasajeros muertos o lesionados
por este fenómeno y de los aterrizajes de emergencia. Pero no sólo se presentan
turbulencias en el aire creadas por la presión atmosférica, por el aumento del
dióxido de carbono o por fuertes corrientes. Hoy podemos hablar también de
turbulencias en la realidad cultural, en la estructura social, en el
comportamiento ético y en la vida espiritual.
La cultura es la forma de vivir
de un pueblo. Se expresa a través de criterios, valores, técnicas, costumbres.
Si se pierden los ideales y las metas comunes en una sociedad es porque ya no
se tiene un proyecto de todos. La comunidad queda a la deriva de lo último que
suceda o se le proponga y la inestabilidad entra en todos los ámbitos y
dimensiones de la vida social. Cuando esto sucede a gran escala se habla de una
crisis de civilización. En el fondo, es crisis de verdad.
La organización social es
fundamental para la identidad, la permanencia y el progreso de una comunidad.
Cuando no hay una propuesta común atractiva para todos, la sociedad se
fragmenta a partir de los intereses personales. Entra el gobierno del egoísmo
que genera indiferencia frente al bien común, individualismo en todas las
decisiones y búsqueda compulsiva del dinero, del placer y del poder para cada
uno, a cualquier precio. La institucionalidad se corrompe y tambalea.
Un pueblo camina por la confianza
y la solidaridad mutuas. Sin un proyecto común y una cohesión social entran en
juego la mentira y los abusos de todo tipo para imponer los diversos intereses
particulares. La mentira en la palabra y en la actuación es un cáncer de la
sociedad, genera confusión, crea distancias entre las personas pues todos dudan
de todos y empiezan a imponerse los más astutos y fuertes. Cuando es imposible
integrar la libertad de todas las personas se ofusca el comportamiento ético y
hay perturbaciones.
Si una sociedad ya no sabe
trascender hacia metas comunes y hacia comportamientos solidarios se dispara la
violencia. Sin una estructura de verdad, de justicia y de fraternidad, la
agresividad es el medio que queda para sostenerse cada uno cuando, por sus
distintos proyectos, todos están contra todos. La violencia tiene muchas formas
de expresarse, de transformarse, de atacar secretamente al otro, de alternar y
adaptar sus ciclos. Cuando se quiere erradicar la violencia sin ir a sus raíces
se está jugando con una ilusión.
Estamos volando hacia una etapa nueva de la humanidad. Este anhelo de crecer y de avanzar nos llena de pasión y de esperanza. Pero este camino sin integrarnos al plan de Dios con recta intención se vuelve imposible. Por eso, quedamos sometidos a propósitos geopolíticos peligrosos marcados por el egoísmo, la codicia y la ambición de poder y a todos los efectos perversos que ellos generan. No deberíamos estar tan tranquilos y mucho menos dormidos. Es necesario orar mucho. Debemos reflexionar y analizar con lucidez lo que vivimos. Urge purificar nuestras intenciones y proyectos. Debe haber un compromiso responsable con el bien común. No todo es claro, no todo es fácil, no todos tienen el corazón limpio. Hay turbulencias. Amarrémonos los cinturones.