EL DESAFÍO DE COMUNICAR ESPERANZA
30 | 05 | 2017
Estamos celebrando, en su 51ª versión, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, instituida por el Concilio Vaticano II. El mensaje del Papa Francisco, en esta ocasión, hace una invitación a comunicar esperanza en nuestro tiempo. Esto constituye un gran reto en una sociedad tan marcada por el desencanto, la mentira, la corrupción y la violencia. Es necesario ser capaces de romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de la costumbre de centrarse en las malas noticias.
Este
mensaje no es solamente para los profesionales de la comunicación, sino para
todos los cristianos pues todos estamos llamados a una comunicación
constructiva que, rechazando los prejuicios contra los demás, fomente una
cultura del encuentro que ayude a invertir el proceso de las guerras, los
escándalos y los diversos tipos de frustración que se dan en el acontecer
humano, para mirar con esperanza y confianza las posibilidades que esconde la
realidad. Recojamos algunas sugerencias del mensaje.
Comunicar sin ignorar
el dolor de los demás. No se puede favorecer una
desinformación en la que se escamotea el sufrimiento humano o se cae en un
optimismo ingenuo que no ve la realidad.
Comunicar sin hacer “sensacionalismo”. Es preciso superar el sistema
comunicativo donde reina la lógica según la cual para que una noticia sea buena
ha de causar un impacto y donde fácilmente se hace espectáculo del drama del
dolor y del misterio del mal.
Comunicar con un
estilo abierto y creativo. No se puede dar todo el protagonismo
al mal; es necesario mostrar las posibles soluciones, favoreciendo una actitud
activa y responsable en las personas a las que va dirigida la noticia.
Comunicar con lentes nuevos. La vida del hombre no es una crónica aséptica de
acontecimientos, sino que es historia, que espera ser narrada mediante la
elección de una clave interpretativa. La realidad, en sí misma, no tiene un
significado unívoco. Todo depende del “cristal” con el que decidimos mirar.
Comunicar sin miedo
al fracaso. El fracaso “puede ser el preludio
del cumplimiento más grande de todas las cosas en el amor”. “Precisamente, en el lugar donde la vida
experimenta la amargura del fracaso, nace una esperanza al alcance de todos”,
basta recordar la cruz de Cristo.
Comunicar esperanza. “La esperanza es la más humilde de las virtudes,
porque permanece escondida en los pliegues de la vida, pero es similar a la
levadura que hace fermentar toda la masa”. La esperanza que brota del Evangelio
transforma la realidad y multiplica el amor.
Comunicar la Buena Noticia que es Jesús. Ante la oscuridad del mundo, Jesús es el faro que ilumina
el camino. Cristo no es buena noticia porque suprima el sufrimiento, sino
porque, en él, Dios se ha hecho solidario con cualquier situación humana y nos
ha revelado su paternidad y su amor.
Comunicar
respetando la libertad de los demás. Jesús
comparó el Reino de Dios con una semilla, oculta a una mirada superficial, que
desata su fuerza vital precisamente cuando muerte en la tierra. Hay que
comunicar con humildad y misericordia dejando a quien escucha un espacio de
libertad para acoger y apropiarse la semilla.
Comunicar dejándose
guiar por la fe. “Quien
se deja guiar con fe por el Espíritu Santo es capaz de discernir en cada
acontecimiento lo que ocurre entre Dios y la humanidad, reconociendo cómo él
mismo, en el escenario dramático de este mundo, está tejiendo la trama de una
historia de salvación”.
Todos somos comunicadores,
en el ámbito profesional o en las cotidianas relaciones humanas. La
comunicación, dice el Papa, es como un molino que puede triturar trigo o
cizaña. El llamamiento es a comunicar confianza y esperanza.