ESCUCHA
26 | 02 | 2018
ESCUCHA…
Todas las personas necesitan ser escuchadas
para sanar la mente, el corazón y el espíritu; se trata de abrir un
espacio que nos permita acoger al otro,
valorar su existencia y motivar, en
quien nos busque, la necesidad de expresar lo que tiene en su corazón. Lo
cierto es que estamos demasiado ocupados en el día a día; el tiempo para
comunicarnos y encontrar personas que nos escuchen, se hace cada vez más
dispendioso. Hoy, escuchar al otro es un arte, una ciencia, un valor…
En nuestras parroquias debemos fortalecer
la pastoral de la escucha, sin afanes, sin inmediatismos y sin ese acelere que
afecta la calidez y el tiempo que les debemos deparar a quienes se nos acercan.
De una buena escucha se desprenden los vínculos, el respeto, la dignidad humana,
la salud y el bienestar. Si hay un servicio que debemos cuidar en nuestras
parroquias es precisamente la pastoral de la escucha, la cual exige poner en
práctica varios momentos:
1.
Todos estamos llamados a comprender que la auténtica escucha es
un acto de amor, con el cual valoro la existencia del otro y le doy la
importancia que se merece. Es un reconocimiento al otro.
2.
De una buena escucha se desprende una buena respuesta, y por
ende, una buena orientación a quien se nos acerca. El solo caminar hacia el
otro, si hace bien su tarea de escuchar, me libera de muchas tensiones y me da
la posibilidad de sentir que algo bueno está por llegar a mi vida.
3.
La pastoral de la escucha se hace en todo momento y enriquece a
quienes hacen parte del diálogo. Todos estamos para ayudarnos y no sólo en lo
material, sino también en lo espiritual; es así como la escucha me permite
reconocer la historia de quien está a mi lado y me involucra en su caminar, en
sus problemas, sueños y metas.
4.
Escuchar es una labor pastoral que estimula al otro y recoge de
su experiencia, enseñanzas que le dan valor a mi propia existencia. De una
buena escucha surgen infinidad de estímulos y se generan puentes de confianza capaces de hacer
comunidad y tener un rebaño en el cual todos nos reconocemos, nos valoramos y
apoyamos.
5.
La escucha hace amistad y le da rostro a la Iglesia. Para
escuchar no necesitamos de una profesión, de un título, o de un diploma, basta
querer, tener tiempo y valorar a quien nos busca. Una amistad se forja gracias
a una buena escucha.
Cada uno, según nuestro rol en la Iglesia,
esta llamado a escuchar, y para cumplir esta labor pastoral, debemos tener
tiempo, sin apuros y sin prejuicios; sólo así, estableceremos vínculos capaces
de hacer diferencia en una sociedad donde el otro cada vez es más distante y la
sociedad se va llenando de miedos que nos impiden interactuar con el otro.
Hoy muchos deseamos ser escuchados, sin
embargo, pocos queremos escuchar.
José Mauricio Vélez García
+ Obispo Auxiliar de Medellín