LAS OPORTUNIDADES DE UN MUNDO NUEVO
21 | 01 | 2013
Estamos comenzando un
nuevo año. No siempre comprendemos y valoramos el tiempo en todo lo que
significa y ofrece como posibilidad. Algunos simplemente pasan los días
buscando lo que les resulte más cómodo y placentero. Otros lo ven como contexto
incierto y pesado que genera angustia. Los mayores en general tienen la
percepción de que se les va de las manos llevándose sus fuerzas y susproyectos.
Para quienes seguimos a Cristo vale y es asumido como una oportunidad para trabajar
en el advenimiento del Reino de Dios.
Por tanto, miremos el
tiempo, del que nos hace conscientes el paso a un nuevo año, no como un simple
cambio de agenda o un salto periódico en las actividades rutinarias, sino como
un don que se nos ofrece para que sigamos realizando nuestro proyecto personal
y eclesial. Es una oportunidad para corregir errores, para emprender nuevas
tareas, para proyectar lo que Dios nos pide, a nivel personal y comunitario,
hacia el futuro. Si el tiempo es un regalo, que no dura indefinidamente para
cada uno de nosotros, debemos ser responsables frente a él.
Con sinceridad y
agradecimiento miremos las oportunidades que tenemos al comenzar un nuevo año.
Examinemos lo que hasta ahora hemos hecho y propongámonos unas metas concretas
para esta nueva etapa que la bondad de Dios nos permite iniciar. Tomemos en
serio nuestro paso por el mundo y nuestra misión frente a los demás. No
permitamos que la rutina y la superficialidad dilapiden una ocasión irrepetible
de ser y de servir. Debemos reflexionar serenamente sobre lo que Dios hace y
nos pide cada día.
Desde esta
profundización se llega a la sabiduría que nos permite ver lo esencial, valorar
las cosas con ojos nuevos, descubrir el plan de Dios en nosotros y a través de
nosotros. Desde esta contemplación del tiempo logramos identificar el mal que
hay en nosotros y a nuestro alrededor para vencerlo con el bien y generar en
nuestro medio bondad y solidaridad. Desde esta responsabilidad cristiana frente
a la vida brota la esperanza, porque la fe nos da la seguridad de que el
proyecto de Dios no tiene reversa.
Para nuestra
Arquidiócesis de Medellín el nuevo año es una gran oportunidad para vivir la fe
como un encuentro personal y comunitario con Cristo, que nos da la verdadera
identidad humana, que nos libra del pecado y nos permite comenzar de nuevo, que
es fuente de verdadera vida y de auténtico amor. Es un año para continuar la
tarea de la evangelización, con la novedad que la realidad cultural de hoy
requiere y con la fuerza y audacia que nos pide la Misión Continental.
Es un año para trabajar
aún más en la articulación e integración de todas las fuerzas vivas e
instituciones de nuestra Arquidiócesis, en todo lo que concierne al clero, a la
vida consagrada y al laicado. Es un año para proseguir, con orden y constancia,
la tarea que nos han señalado los programas pastorales establecidos en el campo
de la iniciación cristiana, de la animación de la liturgia, de la pastoral
juvenil y de la formación de pequeñas comunidades eclesiales.
Es un año para
fortalecer la pastoral sacerdotal, para acompañar y cuidar a las familias, para
pedir a Dios más vocaciones al sacerdocio, para formar sólidamente a los laicos
y comprometerlos en la vida eclesial, para aprovechar mejor los medios de
comunicación al servicio de la evangelización, para continuar la organización
de la administración en todos los niveles y frentes de la Arquidiócesis. Éstas
y muchas otras cosas espera Dios de nosotros. Un saludo muy cordial para todos,
una voz de ánimo para empezar con entusiasmo y bienvenidos a las posibilidades
y a la esperanza de este nuevo año.