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LA MADRE BERENICE, NUEVA BEATA COLOMBIANA

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El pasado sábado 29 de octubre se llevó a cabo la celebración de la Eucaristía por la beatificación de la madre María Berenice Duque Hencker, nueva beata de nuestro país. La Eucaristía fue presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para la causa de los santos.
Tras varios meses de preparación y una vigilia que nos unió en oración en torno a la figura de la madre Berenice, el día señalado por el vaticano nos recibió con una mañana calurosa en el parque Bolívar de Medellín. Allí se reunieron miles de personas, algunas de ellas provenientes de distintos lugares del país y del exterior, quienes desde muy temprano llegaron para agradecer a Dios por el regalo de esta nueva beata, una mujer que trabajó misericordiosamente con la población rechazada en su momento por un sector de la sociedad, como los habitantes del sector de Guayaquil. Recordemos que la madre Berenice también realizó su labor pastoral con las trabajadoras de Coltejer y Fabricato, las personas de raza negra y los hijos de las personas adineradas de la época a quienes, en la mayoría de los casos catequizó, además de la formación de cientos de hombres y mujeres a través de las comunidades religiosas fundadas por ella.
La mañana avanzaba entre el ensayo del coro que hacía prever una ceremonia imponente y la algarabía de la gente que deseaba ansiosa el inicio de la celebración. Las cámaras de televisión se encendían para llevar la señal a miles de personas en el mundo, el lente de los fotógrafos preparaba su mejor ángulo, las grabadoras de los periodistas estaban listas para guardar el testimonio de aquellos, como los familiares de la madre Berenice, los papás de Sebastián Vásquez (el joven al que se le concedió el milagro) o las hermanitas de la anunciación, nos iban a regalar con total generosidad.
 A las 10 en punto sonó el reloj de la sacristía de la catedral, permitiendo entonces que lo que era expectativa se convirtiera en realidad. Una larga fila de seminaristas, sacerdotes y obispos acompañaban la sonrisa sin fin del señor Cardenal Semeraro, enviado por el papa Francisco para esta celebración. Tras llegar todos al altar con la reliquia de quien sería beatificada comenzó la Eucaristía. En ella se vivieron momentos de mucha fe y muy emotivos a la vez, como la petición de nuestro arzobispo, Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, al señor Cardenal para que concediera la gracia de la beatificación para la Madre Berenice, así como las lágrimas en el rostro de muchas de las hermanitas de la anunciación, una de las comunidades fundadas por la beata. En su homilía, el cardenal destacó la vocación de servicio de la madre Berenice, su apostolado con quienes eran rechazados por alguna condición en la sociedad de aquel entonces y el sentido cristiano en toda su obra misionera. También destacó que la madre Berenice comenzó a construir su camino de santidad desde el mismo momento en el que le dijo «SI» a Dios.
Pero quizás el momento que concentró el mayor grado de emotividad de todos los asistentes, fue cuando se reveló el cuadro de la nueva beata colombiana, una imagen que de solo verla conmueve … una imagen que parece estar rodeada por bondad, misericordia y alegría, una imagen que se nos quedará grabada en la mente para siempre.
Una fecha inolvidable para todos, hombres y mujeres de todas las edades, que sin importar su condición social o cultural se entrelazaron en la catedral metropolitana para agradecer a Dios por tanta bondad con esta tierra, para aferrarse a la promesa de que una mujer que caminó en medio de nosotros haciendo el bien, desde hoy y para toda la eternidad nos cuidara desde el cielo.