Del 7 al 9 de junio, Mons. Paolo Rudelli, Nuncio Apostólico del papa Francisco, visitó la Arquidiócesis de Medellín dejando a todos los que pudieron encontrarse con él mensajes que permiten seguir fortaleciendo el proceso de fe y camino de apostolado de esta Iglesia particular.
Su primer encuentro fue el 7 de junio con el clero que, con motivo de la Jornada de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, buscó congregar a los presbíteros y dejar un mensaje de esperanza para seguir pastoreando este pueblo que se levanta entre la violencia y el conflicto.
Ese mismo día, hacia la tarde, se realizó el encuentro con todos los seminaristas de la ciudad a los cuales mostró como el Sagrado Corazón de Jesús es fuente de consuelo y esperanza en medio de la tribulación que, en ocasiones, trae el camino vocacional.
Al siguiente día recorrió las instalaciones de la Universidad Pontificia Bolivariana donde conoció los laboratorios y en un encuentro con directivas y estudiantes pudo ver, de primera mano, la realidad de la universidad y responder a esta con un mensaje fundamental para enriquecer el escenario académico: “es necesario aprender con la mente, con el corazón y con las manos”.
Al atardecer, los Consejos Pastorales Parroquiales y los Comités Pastorales Arciprestales lo recibieron para tener un momento de conversación del cual salió como conclusión, seguir fortaleciendo la Arquidiócesis como Iglesia samaritana que sabe abrazar la herida y el dolor.
La noche finalizó con una eucaristía que congregó a los diferentes sistemas de evangelización de la Arquidiócesis y con estas se afianzó el mensaje de ser discípulos misioneros que anuncian la palabra y evangelizan con la vida misma.
Finalmente, el domingo 9 de junio, fue el gran encuentro con los fieles de la Arquidiócesis de Medellín en la versión número 138 de la Marcha de la Fe y el Amor que finalizó con una eucaristía multitudinaria en la Catedral Metropolitana. En este encuentro con la Iglesia de Medellín, Mons. Paolo puso su mirada en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como un llamado a la fraternidad haciéndonos hermanos en el amor de Jesús.
Este es, sin duda, un momento privilegiado para la Arquidiócesis que camina peregrina buscando fortalecerse en la certeza del Evangelio y la experiencia de comunidad.
