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¿Quiénes somos?

La Arquidiócesis de Medellín es una porción del Pueblo de Dios que, en comunión con el Papa Francisco, está circunscrita al territorio del Valle del Aburrá (en el departamento de Antioquia) que conforman los municipios de Medellín -con sus corregimientos de San Cristóbal, Santa Elena y San Antonio de Prado-, Copacabana, Bello, Envigado, Itagüí, Sabaneta y La Estrella. 

En la actualidad, la Arquidiócesis de Medellín tiene como Arzobispo a Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, quien ha asumido el cuidado pastoral de esta Iglesia particular desde el 8 de mayo de 2010. Lo apoya en su tarea pastoral Monseñor José Mauricio Vélez García, Obispo Auxiliar desde el 25 de febrero de 2017.

La Arquidiócesis de Medellín está conformada por 341 parroquias, divididas en cuatro Vicarías Episcopales de Zona según sea su ubicación en el territorio:

  • La Vicaría Episcopal del Norte, cuya sede está ubicada en Nuestra Señora del Rosario en el municipio de Bello, acoge las parroquias que se encuentran en dicho municipio y las del municipio de Copacabana, además las parroquias de los sectores de Robledo y Castilla y las del corregimiento de San Cristóbal. 
  • La Vicaría Episcopal del Oriente, con sede en la parroquia de San Cayetano en el barrio Aranjuez, reúne a las parroquias de los sectores del Centro de Medellín, Buenos Aires, la Comuna Nororiental, conformada por los sectores de Manrique, Campovaldés, Aranjuez y Santo Domingo Savio, y las del corregimiento de Santa Elena. 
  • La Vicaría Episcopal del Occidente, con sede en la parroquia de Nuestra Señora de Belén, incluye las parroquias de los sectores de Belén, La América, La Floresta y San Javier.
  • La Vicaría Episcopal del Sur, con sede en la parroquia de Santa Gertrudis de Envigado, acoge todas las parroquias de los municipios de Envigado, Itagüí, Sabaneta y La Estrella, también las que se encuentran en el sector de El Poblado y en el corregimiento de San Antonio de Prado.

A través de esta organización territorial, la Arquidiócesis de Medellín realiza la labor de acompañar espiritual y socialmente las distintas realidades humanas, a través de la presencia viva de la Iglesia que con la evangelización, la conformación de comunidades, la atención de los más necesitados y la celebración de los sacramentos, hace presente el Reino de Dios.